Crujientes croquetas de garbanzo, doradas y crocantes por fuera, con un interior suave y lleno de sabor natural. Se sirven acompañadas de patatas doradas que aportan un contraste de texturas y un toque cálido. Un plato que invita a disfrutar de la combinación perfecta entre lo crujiente y lo tierno, evocando sabores tradicionales y reconfortantes.
