Una base equilibrada de lechuga, rúcula, escarola y espinacas frescas sirve de lienzo vegetal para resaltar el protagonismo del queso de cabra, suave y cremoso, con su característico sabor ligeramente ácido. Los tomates maduros aportan jugosidad y color vibrante, mientras que las olivas añaden una nota salina y profunda. Todo el conjunto se armoniza con una vinagreta de miel y mostaza que envuelve los ingredientes con dulzor y un leve toque picante. Una ensalada elegante y sugerente, donde cada bocado ofrece contraste, textura y una composición visual apetecible.
